viernes, 31 de enero de 2014

Human Rights Watch: Informe Mundial 2014

(Berlin) – La política del gobierno sirio de ejecutar su ofensiva bélica cobrando la vida de civiles y los progresivos abusos cometidos por grupos rebeldes causaron horror durante 2013, pero no movilizaron a los líderes mundiales a ejercer presión para que cesen las atrocidades y se juzgue a los responsables, señaló hoy Human Rights Watch al presentar su Informe Mundial 2014. La respuesta internacional inicial fue más efectiva en el caso de varios países africanos que se enfrentaron a atrocidades en masa.

En el informe de 667 páginas, que representa la 24.° evaluación anual de prácticas de derechos humanos en todo el mundo, Human Rights Watch ofrece un resumen de las principales cuestiones a destacar en más de 90 países. En numerosos países, una equivocada equiparación de la democracia con la presunta voluntad de la mayoría impulsó a los gobernantes a reprimir opiniones y grupos minoritarios, particularmente en Egipto, según Human Rights Watch. También llevó a que algunos gobiernos plantearan una perspectiva acotada acerca de qué resulta culturalmente apropiado, y enfocaran su estrategia especialmente contra mujeres, gais y lesbianas.

Las revelaciones del informante Edward Snowden mostraron que la vigilancia masiva ejercida por el gobierno estadounidense ha barrido con gran parte de la privacidad en un mundo que prácticamente depende de las comunicaciones electrónicas. Sin embargo, la indignación mundial ante este atropello del derecho a la privacidad permite vislumbrar una posibilidad de cambio.

“A pesar del acelerado aumento en las cifras de muertos y abusos aberrantes, Rusia y China lograron neutralizar al Consejo de Seguridad de la ONU y permitieron que ambas facciones provocaran muertes de civiles entre la población siria”, aseveró Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. “A medida que comienzan las negociaciones de paz en la conferencia de Ginebra II, con inciertas perspectivas de éxito, estas no deberían transformarse en una nueva excusa para evitar concretar acciones que protejan a la población civil de Siria. Ello exige ejercer presiones efectivas para detener las muertes y permitir que llegue la asistencia humanitaria que necesitan para sobrevivir”.

Rusia, con el apoyo de China, ha protegido sistemáticamente al gobierno sirio de la posibilidad de acciones internacionales en el ámbito de las Naciones Unidas, ya sean actos expresos de repudio, embargo de armas o remisión a la Corte Penal Internacional (CPI), indicó Human Rights Watch. Sin embargo, por sus propios motivos, Estados Unidos también se ha mostrado renuente a promover medidas de justicia a través de la CPI. Según ha trascendido en los medios, distintos países y personas en el Golfo estarían aportando armas y financiamiento a grupos extremistas de oposición responsables de actos atroces, en tanto Irán y Hezbollah han dado su apoyo al abusivo gobierno de Bashar Al-Assad.

A pesar de esta inacción en Siria, la doctrina que sostiene la existencia, a nivel global, de una “responsabilidad de proteger” a personas vulnerables frente a atrocidades masivas, y que fue avalada por los gobiernos de las distintas regiones del mundo en 2005, se vio fortalecida por la reacción ante la posibilidad de que se cometieran este tipo de atrocidades en varios países africanos, aunque aún queda mucho por hacer y son necesarias acciones mucho más enérgicas para prevenir asesinatos a gran escala en esta región, observó Human Rights Watch. La Unión Africana, Francia, Estados Unidos y la ONUfortalecieron las misiones internacionales a la República Centroafricana y Sudán del Sur, en un esfuerzo por prevenir la matanza de civiles. La presión de los aliados y una mayor presencia de las acciones de mantenimiento de la paz de la ONU lograron convencer a Ruanda de que retirara su apoyo militar al último eslabón de una sucesión de grupos rebeldes que han cometido atrocidades en la República Democrática del Congo, al este de ese país.

Otra tendencia importante ha sido la de algunos gobiernos que expresaron, tan solo en apariencia, su compromiso con la democracia, mientras avasallaron derechos elementales de cualquier estado democrático. Algunos nuevos gobiernos, que incluyen a los de Egipto y Birmania, adujeron estar actuando según la voluntad de la mayoría, sin tomar en cuenta los límites a las mayorías fundamentales para el respeto de los derechos de disidentes y minorías, que son esenciales en cualquier democracia genuina. Aun así, la población no se quedó de brazos cruzados ante este embate a la democracia, y se organizaron protestas masivas en numerosos países, como Turquía, Tailandia y Ucrania. En Egipto, tanto el gobierno de la Hermandad Musulmana como el gobierno militar hicieron caso omiso de los límites al poder gubernamental, y el derrocamiento del gobierno anterior por fuerzas militares derivó en una mayor opresión y los más cruentos asesinatos en masa en la historia reciente del país.

“Los gobiernos autoritarios adoptaron las formalidades de la democracia sin respetar su esencia, como si lo único verdaderamente importante fuera el voto en el día de los comicios, y no el debate público durante el resto del año”, opinó Roth. “Esta democracia ficticia no reconocen principios básicos, como los que determinan que las leyes también se aplican a quienes están en el poder, y que los gobiernos deben respetar la libertad de expresión y reconocer los derechos de las minorías segregadas”.

Las revelaciones de Snowden y las noticias sobre las consecuencias de ejecuciones selectivas llevadas a cabo en Yemen y Pakistán han debilitado los esfuerzos estadounidenses por ocultar las violaciones de derechos humanos cometidas en el marco de la lucha contra el terrorismo. Esto ha provocado un intenso escrutinio público de la vigilancia electrónica masiva a nivel global y las ejecuciones selectivas perpetradas mediante el uso de aeronaves no tripuladas. Si bien la revelación de las prácticas antiterroristas abusivas de Estados Unidos no logró frenarlas, se ha manifestado una renovada presión internacional que reclama cambios, señaló Human Rights Watch.

El presidente Barack Obama interrumpió algunos de los programas de la era Bush, como la desaparición forzada de personas presuntamente implicadas en delitos con el fin de torturarlas en centros de detención secretos de la CIA, pero a la vez ha obstaculizado acciones tendientes a juzgar a las personas que ordenaron las torturas o incluso investigar tales delitos. En mayo, Obama sugirió que en un futuro próximo los ataques con aeronaves no tripuladas no se considerarían un componente de la guerra global contra Al-Qaeda y sus fuerzas asociadas, e hizo alusión a rigurosas políticas que permitirían evitar víctimas civiles. Sin embargo, no resulta en absoluto claro si estas políticas están siendo cumplidas. 

La indignación global suscitada tras las divulgaciones de Snowden llevó a que la Asamblea General de la ONU dictara una resolución por la cual calificó a la vigilancia global indiscriminada como una práctica que implica una grave afrenta a los derechos humanos. Un panel de reforma creado en el ámbito de la presidencia de Estados Unidos instó a que cesara la obtención masiva de metadatos, a implementar un control judicial más efectivo, a una protección más rigurosa de la privacidad de quienes no son estadounidenses y a una mayor transparencia. Algunos gobiernos que tradicionalmente no han garantizado la libertad de expresión podrían reaccionar exigiendo que los datos de los usuarios permanezcan dentro de sus propias fronteras, e incrementarían así las posibilidades de una censura más grave en Internet.

Durante 2013 se produjeron importantes avances en el sistema internacional que contribuye a la defensa de los derechos humanos, manifestó Human Rights Watch. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha tenido un desempeño cada vez más eficaz, al presionar considerablemente a quienes cometen graves violaciones de derechos, como se advierte en las nuevas resoluciones relativas a Corea del Norte y Sri Lanka. Asimismo, dos nuevos tratados ofrecen esperanza para algunos de los sectores más marginados en todo el mundo: los trabajadores del hogar, que históricamente han quedado excluidos de la legislación sobre derechos laborales, y los trabajadores de la minería artesanal afectados por la toxicidad del uso de mercurio no reglamentado.

“En el año que pasó se produjeron numerosas atrocidades en Siria y otros sitios, y se profundizó la represión en varios países”, indicó Roth. “Pero también hemos visto que los pueblos de distintas partes del mundo han hecho frente a los regímenes abusivos, y esto refuerza la esperanza de que las acciones que buscan suprimir los derechos tendrán, en definitiva, un efecto contraproducente para los opresores”.