miércoles, 18 de mayo de 2016

Claroscuros en los derechos homosexuales en América Latina

Argentina es ejemplo mundial en la conquista por la igualdad, los derechos transexuales y homosexuales. Lo contrario ocurre en Honduras; estos colectivos sufren estigma, acoso y discriminación.

“La transexualidad y la homosexualidad sigue siendo etiquetada como una identidad de género desviada, inmoral, sucia y otros calificativos despectivos que excluyen y descriminan a quienes tienen una sexualidad diferente a la heterosexual“, afirma Frenessys Sahory Reyes, una de las activistas más conocidas en Honduras.

Frenessys fue cofundadora en 2007 del grupo de mujeres transexuales Arcoiris, un colectivo que desde fines de 2015 ha perdido a seis de sus activistas, que fueron asesinadas. Sus integrantes sufren amenazas, violencia, asaltos, secuestros exprés y tortura. Algunas han tenido que exiliarse. Frenessys ha llegado a Europa invitada por la organización Heinrich Böll para hablar en distintas ciudades alemanas y europeas sobre la lucha de su comunidad en tiempos de represión política, cuando los crímenes de odio están a la orden del día.

“Estamos en una situación de vulnerabilidad por la cultura machista y alimentada por la Iglesia católica, grupos evangélicos y legisladores conservadores, que insisten en propagar el odio y desprecio hacia la comunidad de lesbianas-gays-transexuales y bisexuales (LGBT), calificándonos de demonios de las tinieblas, enemigas de Dios y mujeres con miembro“, denuncia Frenessys.

Argentina: vanguardia mundial

La situación de estos colectivos es drásticamente diferente en América Latina. En Honduras el matrimonio homosexual y la adopción por parte de parejas homosexuales está prohibida constitucionalmente, mientras que en Argentina estos colectivos disfrutan de algunas de las leyes más vanguardistas de la región y del mundo.

María Rachid, Secretaria General de la Asociación Argentina del colectivo LGBT, fue invitada por la misma fundación para intercambiar experiencias con diputados federales, organizaciones civiles y funcionarios de gobierno alemán en Berlín. Para Rachid la experiencia alemana fue muy interesante. “Alemania tiene décadas de experiencia en política pública relacionada a la diversidad sexual, una cuestión en la que apenas estamos comenzando“.

Durante los últimos 12 años, tanto en el gobierno de Néstor Kirchner como en el de Cristina Fernández estos colectivos han logrado prácticamente todas sus reivindicaciones históricas que ahora son leyes y políticas públicas del Estado.

Entre las conquistas más importantes figura el matrimonio igualitario, que incluye la adopción por parte de parejas del mismo sexo. También se aprobó la ley de identidad de género, que permite que cualquier persona pueda cambiar su nombre y sexo en los documentos de identidad y en la partida de nacimiento. "Hace 13 años todavía unos 17 de los 24 distritos argentinos criminalizaban la homosexualidad. No queda ninguno de esos artículos hoy en día“, explica Rachid.

La homosexualidad no es una enfermedad

"Además se ha logrado incluir en la educación sexual integral todos los temas de la diversidad sexual, e incluir en la Ley de Salud Mental una prohibición de las terapias de conversión, está prohibido que se considere la transexualidad o la homosexualidad como una enfermedad. La Ley de Feminicidio incluye además de la penalización por la violencia de género, a los crímenes de odio por diversidad sexual. Todos estos avances se han producido en la última década".

La activista recuerda que así como las mujeres han alcanzado en el mundo la igualdad jurídica, "todavía estamos trabajando por la igualdad real; todavía hay discriminación, todavía hay crímenes de odio y violencia en contra de nuestra comunidad. Pero sin leyes que garanticen la igualdad esto sería prácticamente imposible de combatir".

Hay temores entre estos sectores de que se produzcan retrocesos durante el actual gobierno de Mauricio Macri. "No en las leyes conquistadas, pero sí tememos a la violencia institucional. Eso ya se ve en la calle. Las primeras en sentir esto son las compañeras trans que desarrollan el trabajo sexual y están en la calle enfrentándose todos los días con la policía", revela. Pero la activista señala que el colectivo seguirá al pie de lucha.